martes, 1 de noviembre de 2011

EL BUEN MOZON ANTHONY SANTOS COBRA 2 MILLONES DE PESOS POR TOCAR UNA FISTA










Hombre de timidez insufrible, veinte años después de «Voy pa’llá», el otro (autodenominado Mayimbe de la bachata), mira el pasado y se ríe de los que dejó detrás, que, por supuesto, ni vienen y nunca han venido con él.

Hace poco, en la que fuera su primera actuación en Hard Rock Café, Anthony se saldó con un caché de RD$1.5 millones (el trámite de contratación acarrea otros gastos extracurriculares que suman casi 1.7 millones de pesos), convirtiéndose en el único artista popular de su género (y del merengue, la salsa, la balada) que puede darse ese lujo.


Una cifra impensable para un artista de su género. Habría que juntar a cinco o seis cantantes de la bachata para alcanzar esa distinción, y muchos, aún con el dinero en mano, no han logrado el sí del misterioso cantante, que le ha dicho que no al mismísimo Festival Presidente de la Música Latina, evento en el que quisiera tocar cualquier artista dominicano.


Anthony Santos se ha convertido en la “última Coca-Cola del desierto”. Literalmente. Un artista atípico, que hasta hace poco, no firmaba contratos y quien requería sus servicios, se tenía que conformar con la «palabra empeñada» que garantiza la seriedad de una persona del campo, o en su defecto, con un recibo que firmaba el propio artista como parte de una transacción comercial que podía envolver miles, o millones de pesos.
Hace unas semanas, según información confirmada por El Caribe, el intérprete de «Ay ven» firmó contrato –el abogado Carlos Balcácer se encarga de ello– por RD$20 millones para tocar diez actividades.
En la misma medida en que su cotización aumenta, las dificultades para acceder a su entorno son tan risibles como el kerly empapado de vaselina que caracterizaba su imagen en los 90.

 Tomado de Merengala

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